Diario y notas de campo
2003
Comencé este escrito en 1994, año más, año menos. Entre el primer y el segundo registro pasaron cerca de diez meses, los que van de octubre 1994 a julio 1995. El tema de la autobiografía me aparecía a cada paso. Leo que Hans Christian Andersen escribió diecisiete. Un escritor contemporáneo (¿Jodorowski?) escribe una novela a partir de su biografía; el título Donde mejor canta el pájaro remite a una frase de Cocteau: “Donde mejor canta el pájaro es en su árbol genealógico”.
2 de noviembre 2003
Agrego varias frases. Corrijo muchas ridiculeces. Lijo y tacho. Veo que podría tener una buena forma en treinta páginas mejoradas.
28 de enero 2004
Son las nueve y media de la noche. Todavía hace mucho calor. Hoy fue un día de quizá no más de 48º, pero aumentados por la humedad. Me he acostumbrado a escribir en el calor. Percibo muchos vínculos entre la escritura y la temperatura. A menudo escribir me calienta. O escribo a partir de una calentura.
2009
Sometido al desafío de concluir esta historia en pocas semanas, veo surgir dificultades que no había previsto. Me cuesta encontrar el tono apropiado para esta parte.
Visitando a Anita
De paso, les cuento que estuve con mi tía Anita, hermana de mamá, 91 rozagantes y atléticos años. Llevé una pasta frola comprada en una panadería de la avenida San José, a dos cuadras. Fui en taxi desde Congreso. Creo que estaba bien vestido, con el pantalón marrón que compré para la feria del libro, campera de gamuza con el cuello demasiado engrasado según Susana pero yo creo que está bien, ya que corresponde con mi tipo sebáceo. Soy grasa, filoconservador, anarquista. El pulóver amarillo que me regaló Anita Lamas hace doce años, camisa de corderoy que heredé de Jorge Williams, pañuelo Cardin obsequio de Marta Terrera. Las sandalias también eran mías.
Anita usa el pelo corto, airosa melena blanca que le rodea el rostro, tan parecido al de mamá que en un momento se me la representó. Tiene la bella estampa de una mujer madura, feliz, hermosa, a nivel cinematográfico, les digo: les pasa por arriba a muchas divas de Hollywood que cada tanto reaparecen. Si vieran su rostro lo comprenderían; ahora tienen que creerme así. La imagen es esta: la vejez radiante. Esta es la teoría a la que adhiero, dentro del grupo de Senectos Indómitos, de cuya secretaría me ocupo, con la dirección de la Dra. Norma Tamer.
Pasamos casi dos horas, tomando mate y comiendo pasta frola. Nos mostramos fotografías, ella de su 90º cumpleaños, hace pocos meses. Allí vi a toda mi familia Larralde, mis primos y primas y sobrinos ad-latere. Yo llevaba varias cosas para mostrarle. Una era el billete de 1 Peso moneda Nacional de 1950, impecable, chalita, como quien dice, dedicado a Carolina Lasalle de Larralde en su cumpleaños, firmado por sus hijos Carlos, Delia, Anita, Julio, Pedro, María Esther (mi mamá), Lidia, y la propia tía Anita, que dijo: “Estos billetes los trajo Carlos”.
Fue un momento muy intenso. Relatos condensados, historias de los hijos. Me quedaron muchos temas por hablar.
Circunstancias y formas de contarlas
Dada una serie de asertos tales como: “Me enamoré de la maestra… / Le puse la mano en la cintura a … / Exploré la región ventral de … / En la misa del domingo me enamoré de … /” Narrarlos sin hacerlos demasiado evidentes.
Comienzos de agosto
Hace unos días, Eva me dio noticias de la V Feria del Libro de Junín. Este es un raro caso de coincidencia de lugar apropiado y momento oportuno, ideal para este libro. El pulso geográfico de mi vida late en esa dirección. Viajo varias veces por año, en promedio de 4,7 según me informa la estadística mental. Desde Junín a Buenos Aires hay 270 km . Desde Santiago del Estero "989 kilómetros de ida, 989 kilómetros de vuelta, y tú me recibes así", como dice la canción. Esa es también mi ciudad. Allí vive Susana. Junín contiene toda la vida de mi familia de origen. Marco a Junín en el mapa del país. Noroeste bonaerense. Encrucijada de provincias hoy (Buenos Aires, La Pampa , Córdoba y Santa Fe) y antes línea de frontera entre argentinos tipo A (indios pampas) argentinos tipo B (criollos) y argentinos tipo C (inmigratorios). Busco Ameghino con la lupa. Lo encuentro. Busco Media Luna, pero no está. Allí nació Pampazen, mi antecesor perdido en el huayramuyoj del mapa genético. Allí vivieron los Tasso Larralde, y nací yo, de una semilla transportada por el viento. En ese tiempo y en esas generaciones predominaban los vientos este-oeste, que venían atravesando el Atlántico, cargados de humedades extranjeras.
23 ago. 09
Hoy es domingo, está seminublado, y estoy solo en mi casa de Los Fresnos. Acabo de reescribir la última frase, taché dos líneas al comienzo y agregué algunas palabras en tal y cual parte. He concluido esta historia, pero antes que leas lo que sigue quiero decirte que me costó retomar el hilo de la narración. Es que ha pasado mucho tiempo desde que comencé. Era 1994, y estaba divorciado desde hacía varios años. Mi hija Victoria había decidido vivir conmigo, y por primera vez tenía computadora, calefactor a gas y teléfono. Marta había muerto en 1987, y su partida nos dejó una sombra que tardó en disiparse, aunque su recuerdo luminoso la fue borrando suavemente, como ella hacía las cosas. Papá se cayó un día de 1991 y ya no pudo levantarse. En la clínica María Zell donde Marta había pasado sus últimos días, transcurrieron los suyos.
Entonces, escribí unas quince páginas que centraban el relato precisamente en su figura, y ahora podrás comprender por qué lo hice: necesitaba verlo y tenerlo otra vez conmigo. Era claro que me había resignado a su muerte, pero no a su olvido. Recordé las pocas cosas que decía de su papá y su mamá, y las muchas que decía de su abuelo. A muchas de ellas las había anotado, cuando después de registrar historias familiares de árabes y criollos, me di cuenta de lo conveniente que es entrevistar a los propios padres y abuelos. Pero ahora no tengo a mano ese cuaderno. De todos modos, traté de no perder el principal hilo de la narración, que tenía que ver con mi propia vida intercalada entre los engranajes de la familia, que eran parte del orden social. Esto es fácil de decir, pero me había costado mucho tiempo de maduración, en torno a la idea de que mi vida estaba centrada en sí misma, y desde allí podía vincularse a otras vidas. Así escribí varias semanas, en cada rato que tenía libre, como un poseso, pero sin mayor esfuerzo, como siempre que la posesión es consentida. Sarna con gusto no pica.
Pero después, otros temas ocuparon el centro de la atención. Ese mismo año comencé a trabajar en mi tesis de doctorado, que me llevó unos trece años. Publiqué dos nuevos libros de poesía y uno de cuento, y gradualmente me introduje en un período de la vida lleno de aventuras no menos extrañas que las adolescentes, y a veces casi tan entretenidas.
Entre ellas, descubrí un curioso paralelo entre mi vida y la de mi papá, que por otra parte se parecen a las de todo el mundo. Y es que lavorare stanca, como dijo inolvidablemente Cesare Pavese. Después de la laboriosa instalación en el mundo adulto, que transcurre aproximadamente entre los 35 y los 50, vienen los años exigentes de realización y dominio. José Ortega y Gasset, que definió estas etapas en su teoría de las generaciones, me dio una perspectiva útil para mi vida, y las vidas en general. Y desde allí percibo que esta larga pausa que las circunstancias impusieron en este libro ha sido muy conveniente, porque la escritura pudo ayudarme a remontar una etapa de cansancio, en la que dejé de remar. La corriente conduciría la barca.
Hay momentos en que uno se siente inútil, y hasta desprovisto de un mínimo de espesor o consistencia ante los demás, y ante sí mismo. Algo así me sucedió el año pasado, cuando una carta del ministerio me recordó que estaba por llegar el momento del retiro. De pronto, había cumplido 65 años y terminaba la fase de mero adulto para ingresar a la de adulto mayor. Se trataba de un ascenso decretado por el Tiempo. La oportuna jubilación me permitiría sostener con dignidad la vida que anhelaba, entre libros, árboles, el misterio de la senectud y la probable muerte, y la necesaria compañía con todos los seres que la generosidad de Dios-Vida había dispuesto a mi alrededor.
Entretanto, ¿que haría? Dejar el claustro de la universidad es tan difícil como cualquier otro tránsito. Inventé algunos rituales de passage. Ahora daría clase en una biblioteca vecina a mi casa. Recrearía el sentido del claustro, y en la soledad monacal de las tardes podría escribir.
Lunes 31 ago. 09
Ayer Victoria me hizo una entrevista que me ayudó para contar lo que falta. Hay algunos problemas que superar. Creo que la verosimilitud de la historia se impone por sí misma, y que el lector podrá diferenciar los hechos acontecidos de las interpretaciones o relecturas que a veces se introducen, bajo la forma de una reconstrucción densa del asunto. Creo que logré esto en “El escritorio” y en “Vida de pupilo”. Tendría que lograr un nivel semejante para los años de Junín. Pero falta poco tiempo.
¿Qué hacer con las identidades?
5 de septiembre
Creo que terminé. Sólo me falta hablar de Dale Carnegie How to win friends and influence people, la revolución en Cuba, y los debates de laica y libre en la puerta del colegio. Remedios de Escalada 127 a Sáenz Peña 273, 2º B. Mis amigos: Ricardo Bianco, Alberto Lariguet, Tommy Kenny, Jorge Hintze
10 de septiembre: nombres de familia
En familia nací, y en familia vivo. Con los años, los vínculos de familia se fortalecen y desdibujan. El parentesco es fluyente. La amistad se superpone con la sangre. Ganamos hermanos cada día, porque cada día volamos por un cielo distinto. Nuestros padres se multiplican, y engendramos, supongo, todo el tiempo.
Y aunque haya dibujado mi propia historia, quiero citar los rostros verdaderos que hay en torno a esa novela autobiográfica: Rosa Susana, Victoria Carolina, Eleonora del Valle, Pablo Martín, Juan Cruz, Julia Tziri, Ludmila, Cecilia, Eva, Marta Esther, Rodolfo y María Esther.
Abuelos. Joaquín e Isabel, Aurelio, Clotilde, María Angélica Queca, Rosa I y II, Adolfo, Pedro y Carolina, Pablo. Lía, Leticia y Leonor. Avelina, Teodorita (mi madrina), Licha y Rodolfo. Pablo, que vivía en la misma cuadra.
Primos. Beatriz y Miguel en La Plata , Marisa y Ricardo en Pergamino, Nora, Jorge, Marcela, Julio, Carlos, Mónica y las mellizas, Santiago, Ana, Laura, Chichita, María Angélica, Dorita, y Perico, Graciela y Silvia.
Sobrinas ahora presentes: Virginia Ricardo, Ana Schulman. Ahijados y sobrinos adoptivos: Victoria, Lucca, Giulia. Jordán. Mis amigos de Ameghino a Junín: Mario, Ricardo, Alberto, Tommy, Jorge, Tito, Juan Carlos. Alicia, Susana, María Delia.
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